Violencia familiar y educación.

Por: Gladiola Rivera
Especialista y Master en Educación

Sabemos que el país, ya hace varios años, se encuentra bajo una ola de violencia de todo tipo; asaltos, drogadicción, delincuencia organizada, etc. pasando por los delitos que se consideran “menores” hasta los de alto impacto.

En la actualidad algunas ciudades del país, como es el caso de Monterrey, se encuentra en la lista de las ciudades con alerta de género activa, debido a la gran cantidad de violencia hacia la mujer y que en una gran cantidad de casos termina en feminicidio. 

En la mayoría de los casos, las mujeres asesinadas como fin a un ciclo interminable de violencia han perecido a manos de sus parejas, sin existir límite de edad, ocupación, o escolaridad de la víctima. Lo complicado de este problema social es que no solamente la mujer que sufre algún tipo de violencia es víctima, también lo son sus hijos, quienes muchas de las veces sin ser agredidos físicamente padecen un impacto emocional que transforma sus vidas, con la posibilidad de repetir conductas o bien detonando otros problemas como: alcoholismo, drogadicción, bajo rendimiento escolar, bullying, suicidio etc.

Por otra parte, los costos que genera la problemática son considerables: atención médica para las víctimas, reparación del daño por parte de las instituciones gubernamentales, atención especializada directa e indirecta etc. Se sabe que existen algunas herramientas que pueden ayudar a atenuar esta problemática en el ramo de la prevención y educación, lamentablemente las instituciones no cuentan con la solvencia para dedicar sus recursos económicos y humanos para dicha tarea.

Ella estudió, ¿por qué la golpearon?

Mujeres profesionistas también son víctimas de violencia.

Dentro de la población que es atendida en los centros de atención a víctimas de violencia, sobresale en gran medida la atención a mujeres. La experiencia y estadísticas nos dice que las mujeres que sufren agresión física y psicológica por parte de sus parejas tienen un nivel educativo básico o simplemente nunca asistieron a la escuela; pero ¿Qué pasa con ese sector de esta población que tiene un nivel académico mayor como una licenciatura? Entonces también las mujeres profesionistas son víctimas de violencia.

Las nuevas teorías y estudios sobre educación hacen referencia a las funciones que tiene en las personas, y respaldan el hecho de que los seres humanos deben aprender no solamente cuestiones teóricas, sumas, restas etc. Las personas deben aprender a relacionarse con los demás, respetar sus diferencias, aprender del otro. La educación va encaminada a la enseñanza y practica de habilidades sociales, que les den a las personas los recursos necesarios para poder afrontar con éxito las situaciones y problemáticas que se presentan en la vida diaria; está encaminándose a enseñar a las personas su valor propio como ser humano, a aprender, a tolerar y hacer resilientes. 

Es posible desarrollar con base a los elementos que se pueden observar en las mujeres que son víctimas de violencia familiar las siguientes posibles “ecuaciones”:

  • Si el nivel económico es alto la mujer tiene menos posibilidad de convertirse en víctima.
  • Las mujeres de edad adulta son menos propensas a presentar violencia por parte de su pareja que una mujer adolescente
  • En algunas zonas del país la mujer es más susceptible a la violencia debido a la cultura

La educación no garantiza La Paz.

Una de las suposiciones con mayor trascendencia es la relación que existe entre la educación y las víctimas de violencia, puesto que si se habla de que la educación dota de herramientas necesarias para que las personas puedan salir de las situaciones que les ocasionan problemas y no únicamente de elementos teóricos, entonces se puede concluir que la cultura se aprende, que la posición social se gana a raíz de la preparación académica, que los elementos e información necesaria se obtienen a base del desenvolvimiento y relaciones con los otros, entonces la educación está presente en cada uno de los factores antes mencionados.

Cuando una mujer se ha preparado, el deber ser es que no solamente este capacitada para desarrollar con efectividad las actividades propias de su profesión, sino que ayude a la sociedad a descubrir y aprovechar sus capacidades para resolver sus problemáticas.

Para lograr esto debe tener un grado de madurez en su propia vida, aprendiendo lo que tal vez en su casa no se pudo lograr o bien fortaleciendo los valores y enseñanzas que obtuvo de su familia. 

En el terreno de la realidad, la preparación académica de una mujer o la profesión que desempeña, no ha podido evitar que existan casos de violencia domestica hacia este grupo, posiblemente los casos sean menos comunes o las herramientas con las que cuenta esta población son mayores; pero precisamente por lo que la sociedad y especialistas en el tema esperan de ellas es impactante que se presente la problemática en mujeres profesionistas. 

Para que una relación violenta se desarrolle intervienen varios actores, los principales protagonistas son la víctima y el agresor, ¿Cómo fue educada la víctima en su niñez?, ¿Cómo le enseñaron al niño a ser hombre?, ¿Qué tanto aprendieron a controlar sus emociones?, ¿Qué tipo de adultos se están formando en las aulas?; y, sobre todo ¿qué tipo de seres humanos se están creando en las familias?

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